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martes, 8 de agosto de 2017

80 AÑOS DE LUCHA DANDO LA CARA POR EL SOCIALISMO-COMUNISMO SE CUMPLEN DE LA PRIMERA CONFERENCIA NACIONAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE VENEZUELA-PCV

Hoy, ochenta años después, y con renovados bríos, el PCV continúa dándole la cara al pueblo trabajador de la ciudad y el campo, para cumplir la misión histórica de la conquista del poder y el triunfo de la revolución proletaria y popular.
Por:Diego Peñalver. Especial para TP
 
Militante en la Célula «Alexandra Kollontai» del PCV en Monagas

En diciembre de 1934, unos 60 comunistas que habían sido apresados en diferentes redadas desde la fundación del Partido Comunista de Venezuela (PCV) en 1931, salieron de prisión después de varios años, y fueron expatriados a diferentes países, principalmente a Colombia, Francia, Panamá y España. Para ese momento, además de los comunistas venezolanos en el exilio y de los que continuaban en las mazmorras de la tiranía de Juan Vicente Gómez, había un número de militantes en la más estricta clandestinidad en diversos lugares del territorio nacional.

jueves, 18 de septiembre de 2014

EL PELIGRO OPORTUNISTA


Por: Miguel Urbano Rodrígues
La palabra oportunista se volvió incómoda para muchos dirigentes de partidos comunistas europeos y latinoamericanos. Esa actitud traduce la consciencia de estrategias y tácticas que afectan a la unidad del movimiento comunista internacional.

martes, 16 de septiembre de 2014

EL MODERNO REVISIONISMO


 Por: Miguel Urbano Rodrígues


Desde el inicio de la Primera Guerra Mundial una onda de falso patriotismo barrió Europa. Pisoteando sus programas, y violando compromisos asumidos en nombre del internacionalismo proletario, partidos que pretendían ser socialistas votaron los créditos de guerra de las grandes potencias envueltas en el conflicto, volviéndose cómplices de la hecatombe que afectó a la humanidad.

domingo, 14 de septiembre de 2014

LENIN Y EL REVISIONISMO


Por: Miguel Urbano Rodrígues






 Los dirigentes de la Unión Europea –destacadamente Merkel, Hollande y Cameron- intensificaron en las últimas semanas sus críticas a Rusia. El pretexto son los acontecimientos de Ucrania. Un objetivo prioritario es Vladimir Putin. Uno de los absurdos de esa campaña es la insistencia en presentar al presidente de Rusia como un dictador que estaría empeñado en una política que intentaría la reconstitución parcial de la Unión Soviética.

Un anticomunismo evidente es identificable en crónicas de influyentes analistas occidentales. No obstante que Rusia es hoy un país capitalista, slogans decadentes de la Guerra Fría son retomados.


Putin es acusado de recurrir a métodos y al lenguaje de comunistas históricos. Hasta la realización de la parada de la Victoria en Moscú, el 9 de Mayo, para conmemorar la derrota del Reich nazi, fue interpretada como una amenaza en Washington y algunas capitales de la Unión Europea.

Una extraña fiebre ideológica gana súbitamente actualidad y destacados intelectuales del sistema capitalista divulgan a despropósito entusiastas apologías del neoliberalismo y exorcizan al marxismo como antigüedad obsoleta.

En esa atmósfera es en la que se inserta el nuevo discurso anticomunista que, agitando fantasmas, falsifica la Historia.

En la tentativa de presentar a Marx y a Lenin como enemigos de la democracia, intervienen figuras exponenciales de una ideología inseparable del engranaje liberticida que amenaza a la humanidad y es responsable de crímenes monstruosos.

En Portugal los comentaristas en la TV, en la radio y en los periódicos de “referencia” cumplen con celo su tarea, difundiendo tonterías en el combate al supuesto renacimiento de la “nostalgia comunista” en Rusia.

Creo por ello que es útil recordar datos y situaciones históricas que desmontan la actual campaña ideológica del imperialismo.

Comenzaré por llamar la atención sobre la falsedad de las tesis de académicos anticomunistas que atribuyen a Lenin un dogmatismo rígido en la utilización del marxismo para la comprensión y transformación del mundo. Se trata de una grosera mentira. El fundador del primer Estado socialista no veía en el marxismo una ciencia inmóvil, de fronteras definitivas. “No consideramos de modo alguno –escribió- a la teoría de Marx como algo acabado e intocable, estamos por el contrario convencidos de que ella apenas asentó la piedra angular de la ciencia que los socialistas deben hacer avanzar en todas las direcciones, si no quieren atrasarse en relación a la vida. Pensamos que para los socialistas rusos es especialmente necesaria la elaboración independiente de la teoría de Marx, pues esta teoría ofrece solamente postulados generales orientadores que en Inglaterra se aplican de manera diferente que en Francia, en Francia de manera diferente a Alemania, en Alemania de manera diferente a Rusia.” (1)

Lenin repitió incansablemente que sin teoría revolucionaria no puede triunfar ningún movimiento revolucionario. Y consiguió, con imaginación y talento, ser simultáneamente flexible en la aplicación del método marxista e intransigente en el combate a las ideas y maniobras de aquellos que, afirmando ser marxistas, asumían en la práctica posiciones incompatibles con la ideología del autor de El Capital.

Contrariamente a la convicción de muchos jóvenes que identifican a los “renovadores” que contribuyeron a la socialdemocratización de muchos partidos comunistas europeos como un fenómeno relativamente reciente, el revisionismo del marxismo sumerge sus raíces en el siglo XIX.

Comenzó aún en vida de Marx y fue permanente. En 1894, cuando Lenin preparaba la fundación del futuro partido bolchevique, tuvo que librar una lucha dura contra los “marxistas legales”, tendencia liderada por el alemán Struve que procuraba “tomar del marxismo todo aquello que era aceptable para la burguesía liberal, incluyendo la lucha por reformas, incluyendo la lucha de clases (sin la dictadura del proletariado), incluyendo el reconocimiento “general” de los ideales socialistas y la sustitución del capitalismo por un “nuevo sistema” y rechazar “solamente” el alma viva del marxismo, y su carácter revolucionario”.

La segunda ofensiva de los oportunistas para desvirtuar el marxismo en beneficio de la burguesía tuvo su epicentro en el Partido Socialdemócrata Alemán, en su tiempo muy prestigiado, cuando su dirigente Edward Bernstein publicó en 1899 una serie de artículos en que revisaba tesis fundamentales del marxismo. En su apología del reformismo lanzó una consigna famosa: “el movimiento lo es todo, el objetivo final casi nada”. (2)

Lenin y Rosa Luxemburgo le arrancaron la máscara, denunciándolo como un usurpador del marxismo. Para los comunistas “el objetivo final” lo es todo y el reformismo de Bernstein apuntaba hacia la conciliación con la burguesía. En la práctica, Bernstein retomaba tesis reaccionarias de la filosofía de Kant. Pero su prédica influyó en un amplio sector del Partido Socialdemócrata Alemán, entonces marxista, con repercusiones negativas en Rusia. (3)

Una tercera gran ofensiva del revisionismo ocurrió en 1908. Dos filósofos, el austriaco Ernst Mach y el alemán Richard Avenarius, que negaban la existencia objetiva del mundo material, difundieron la llamada filosofía de la “experiencia crítica”, más conocida por el nombre de Empiriocriticismo. Según ellos, los cuerpos serían solamente “complejos de sensaciones”. Los trabajos de ambos dieron origen a una corriente del pensamiento que se popularizó con el nombre de “machismo”. Mach sobre todo, aunque pretendía ser marxista, rechazó lo esencial del materialismo histórico y del materialismo dialéctico.

Una parte considerable de la intelectualidad progresista europea se adhirió con entusiasmo a esa nueva filosofía, aceptándola como puntera en la ciencia. Kautsky, abriendo las columnas del órgano central de la socialdemocracia alemana a la apología del Empiriocriticismo, contribuyó a aumentar la confusión generada.

Los mencheviques se adhirieron inmediatamente, pero la propaganda machista perturbó también a cuadros de la fracción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia- POSDR-b. Esa influencia negativa llevó inclusive a la formación de un grupo oportunista, los “oztovistas” que defendía la retirada del Parlamento Ruso (la Duma) de los diputados bolcheviques, afirmando que el Partido debería realizar solamente actividades ilegales.

Fue entonces cuando Lenin declaró la guerra a esa peligrosa modalidad del revisionismo, primero a través de artículos, después en un libro Materialismo y empiriocriticismo, ensayo filosófico que con el tiempo se volvió un clásico del marxismo como obra teórica. Demostró que Mach y sus seguidores, simulando realizar un trabajo científico innovador, se limitaban al final a colocar un nuevo rotulo a viejas tesis idealistas (4).

Los esfuerzos para destruir al marxismo fueron permanentes en vida de Lenin y prosiguieron después de su muerte.

(1) V.Lenin, O Nosso Programa, Obras Completas, in Tomo 4, pág. 184

(2) V.I.Lenin, A Falência da II Internacional,idem,Tomo 26, pág. 227

(3) V.I.Lenin, Uma Orientação Retrógrada na Social-democracia Russa, idem, Tomo 4, pág. 265

(4) V.I.Lenin, Materialismo e Empiriocriticismo, Edições Avante! 1982, Lisboa
 

Serpa e Vila nova de Gaia, Agosto de 2014

Traducción: Jazmín Padilla


Fuente:El Comunista_México/Redglobe/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com  

martes, 14 de agosto de 2012

¿Que es el Revisionismo?

Muchos piensan incorrectamente que el revisionismo es apartarse de la ortodoxia, “revisar” una tradición. Esta es una visión incorrecta de lo que es el revisionismo en un contexto marxista.

El marxismo no es un dogma, sino una guía para la acción, una ciencia de la revolución.
El marxismo es aplicar la ciencia revolucionaria a la tarea de la liberación total, a la tarea de llegar al comunismo.

Como cualquier ciencia, la ciencia revolucionaria evoluciona con el tiempo. Si cualquier desviación de las obras originales de Marx fue un ejemplo de revisionismo, entonces todo lo que ha sido publicado después de la vida de Marx sería revisionista. Este no es el caso. Entonces, ¿qué es el revisionismo?

El revisionismo es revisar el corazón revolucionario del marxismo, es amputarlo de su esencia revolucionaria.

Los revisionistas son los que cambian la ciencia revolucionaria a lo opuesto, los que la convierten en una teoría reformista.

viernes, 4 de enero de 2008

LA LUCHA POR LA PAZ Y LOS COMUNISTAS VENEZOLANOS

  Por:Ferrebé/Faustino Rodríguez Bauza       

En el Saludo Inicial de Prensa Popular Comunistas Miranda, se hace una referencia en cuanto a nuestra accíón en relación a la Paz y la Solidaridad Internacional, cuando se deja asentado que nuestro Portavoz:...(..)

""Será así mismo Prensa Popular Comunistas Miranda un factor de expansión de la Lucha por la Paz y Antifascista, contra las Guerras e Invasiones Imperialistas, por conseguir un Mundo Multipolar, por ayudar al Proceso de Descolonización de todos los Pueblos". 

En relación al proceso de lucha de clases en el tereno internacional esto está ligado a lo que constituyen las luchas por la Soberanía Nacional de las Naciones, lo que está planteado por los Comunistas en relación al Problema Nacional y Colonial, desarrollado fundamentalmente por Lenin y Stalin, y que incluye un factor fundamental además como es la lucha por la Paz

jueves, 3 de enero de 2008

SOBRE EL NOVENTA (90) ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA DE OCTUBRE

Declaración del Comité Central del Partido Comunista de Grecia (KKE)

Con optimismo revolucionario, el Comité Central del KKE rinde homenaje al 90 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre. Hoy las enseñanzas de Octubre guían la lucha del KKE.

La Revolución de Octubre recuerda a los comunistas la Primera Internacional de Carlos Marx y Federico Engels, a los de la Segunda Internacional y de la heroica Comuna de París, la primera revolución proletaria que "asaltó los cielos" pero no fue capaz de consolidar su poder debido a la inexperiencia, y a la consigna "Proletarios de todos los países, uníos". Evoca también a los ejércitos rojos, a la Tercera Internacional Comunista, a los trabajadores revolucionarios de Cantón, Turín, Berlín, España, Hungría y de todos los centros proletarios del mundo.

En la gloria de Octubre, los y las comunistas ven la realización de la misión histórica de la clase obrera. Ven la confirmación de lo que Marx y Engels escribieron en el Manifiesto Comunista: " De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía no hay más que una verdaderamente revolucionaria: el proletariado. Las demás perecen y desaparecen con la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto genuino y peculiar ."

Octubre revela el papel irremplazable del agente principal de la revolución socialista, el Partido Comunista, como Partido de nuevo tipo, en comparación con los partidos socialdemócratas partidarios de pactar con la burguesía. Octubre también revela la fuerza del internacionalismo proletario. Con gran emoción saludamos a los millones de personas que dieron sus vidas por el movimiento comunista internacional, a los revolucionarios invencibles de la heroica historia proletaria, a las revueltas de obreros, obreras y campesinos pobres – todos ellos masas creadoras de la historia.

Su ejemplo justifica la existencia humana; supone una enseñanza y un legado inestimable para los comunistas y los pueblos.
La revolución de Octubre fue un acontecimiento de proporciones históricas, el mayor acontecimiento del siglo XX, que marcaría durante décadas el curso de la humanidad. El "fantasma del Comunismo", que unas pocas décadas antes había recorrido Europa, se concretó como forma de poder (proletario).

El resultado victorioso de la revolución de Octubre implicó que a la Humanidad se le abría el camino para "pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad".

"Hemos iniciado esta tarea. Pero lo esencial no es exactamente cuándo, tras cuánto tiempo, los proletarios de cada país habrán finalizado esta tarea. Lo esencial es que se ha roto el hielo, se ha abierto la vía, se ha despejado el camino", escribió Lenin.

La revolución de Octubre fue la chispa que desencadenó el progresivo crecimiento del Movimiento Comunista internacional. Su llama aceleró la formación de un buen número de Partidos Comunistas, entre los que estaba el KKE. Llevó a la creación de la Tercera Internacional Comunista (1919-1943), cuya necesidad surgió del hecho de que el capitalismo es una potencia internacional, pero también del hecho de que la Segunda Internacional había traicionado los intereses de los trabajadores.

Desde 1917, el capitalismo internacional se vio obligado a tener en cuenta la existencia de una fuerza opuesta, como el primer factor determinante de su política.

Gracias a la revolución socialista de Octubre, se dieron las condiciones para establecer derechos, hasta entonces desconocidos para los trabajadores incluso en los países capitalistas más desarrollados.

Con el poder soviético, las conquistas de obreros y campesinos beneficiaron también a los trabajadores de los países capitalistas. Fueron un factor básico que obligó a los partidos gubernamentales burgueses, liberales y socialdemócratas a hacer concesiones a la clase trabajadora.

La sacudida de la Revolución de Octubre a las bases del viejo mundo tuvo un efecto positivo inmediato en los movimientos anticolonialistas. Fue fundamentalmente a partir de entonces cuando ese régimen inhumano empezó a derrumbarse.

Así mismo, el poder liberador de Octubre se expresó en la cultura global, en las artes y en las letras. Grandes artistas de todo el mundo se unieron al movimiento revolucionario de los trabajadores, se inspiraron en los mensajes de la Revolución de Octubre, y pusieron su trabajo al servicio de sus ideales, al servicio de la clase obrera internacional.

Los retrocesos contrarrevolucionarios de 1989-1991 no niegan la consideración de nuestro tiempo como la época de transición del capitalismo al socialismo, que fue inaugurada simbólicamente por la Revolución de Octubre.

El desarrollo histórico ha refutado la afirmación de que la naturaleza de la empresa socialista-comunista era utópica. Ningún sistema socioeconómico se ha consolidado completamente en la historia de la Humanidad, ni siquiera el capitalismo en su lucha contra el feudalismo. Frente a los representantes ideológicos y políticos de la clase burguesa, que afirman que el fin de la historia ha llegado, el socialismo continúa siendo necesario y oportuno.

La necesidad y oportunidad del socialismo surgen de las contradicciones del sistema capitalista. Brotan del hecho de que el capitalismo ha creado las condiciones materiales necesarias para la transición de la humanidad a un sistema socioeconómico superior, aunque esa transición se retrase hoy por la adversa correlación de fuerzas, que hace que la agresividad capitalista parezca invencible.

La necesidad de la transición al socialismo la genera el propio capitalismo, en el cual, a pesar de que el trabajo y la producción se han socializado a un nivel sin precedentes, los productos del trabajo socialmente organizado siguen siendo propiedad privada del capitalista.

Esta contradicción es la matriz de todos los fenómenos de crisis en las sociedades capitalistas contemporáneas, pero también es la señal que marca el camino de salida y la necesidad de establecer unas relaciones de producción que se correspondan con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, que implica la abolición de la propiedad privada de los medios de producción centralizados y su socialización para su utilización planificada en la producción social por el poder socialista que expresa los intereses de los productores de la riqueza social.

Las teorías que argumentan que no existían las condiciones objetivas necesarias para la realización de la Revolución de Octubre son resultado de la propaganda o de análisis acientíficos de la realidad.

La Revolución de Octubre tuvo lugar sobre la base del desarrollo del capitalismo en Rusia, que ya había evolucionado a su etapa imperialista. Este hecho no lo refuta la circunstancia de la gran disparidad en el desarrollo capitalista de Rusia, ni la existencia de una herencia precapitalista que prevalecía en una gran parte del imperio zarista. La existencia de las condiciones materiales necesarias para la transformación socialista de Rusia puede probarse con estadísticas de la época.
Entre la clase obrera de Rusia, y particularmente en su sector industrial, se crearon los soviets como células alrededor de las cuales se organizó la lucha revolucionaria de la clase obrera.

El partido bolchevique tenía una confianza ilimitada en la fuerza y capacidad de la clase obrera – a pesar de ser por entonces una minoría de la fuerza de trabajo total – para llevar a las masas a la lucha y dirigirlas. Aprendió de la iniciativa revolucionaria de las masas, de las instituciones que ésta creó en los momentos en que la lucha de clases se agudizaba. Al mismo tiempo desarrolló la iniciativa de las masas y la elevó a un nivel más consciente.

Las palabras de Carlos Marx han demostrado ser ciertas, a saber, que la lucha de clases, con la violencia revolucionaria que implica, es "el motor de la historia", y que la historia hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Octubre siguió los pasos de la gran revuelta de los esclavos liderada por Espartaco, de las revueltas campesinas de la Edad Media y de las gloriosas revoluciones burguesas, primeramente de la Revolución Francesa.

El victorioso Octubre supuso la más rotunda expresión de la superioridad de la teoría del socialismo-comunismo científico, del marxismo-leninismo, sobre cualquiera de las variaciones filosóficas idealistas y antidialécticas en que se basa la ideología burguesa. Confirmó que el marxismo supone verdaderamente un salto cualitativo en relación con las más avanzadas teorías creadas por la mente humana hasta el siglo XIX en filosofía y en las ciencias sociales: la economía política inglesa, la filosofía alemana y el socialismo utópico francés.

Las ideas de la Ilustración que inspiraron y guiaron las revoluciones burguesas habían sido superadas hacía tiempo, ya que la burguesía había dejado de ser una clase en ascenso y se había convertido en una clase reaccionaria.

El partido bolchevique tomó como un todo indivisible la lucha económica, política e ideológica de la clase obrera. Se guió por el principio leninista de que el papel del luchador de vanguardia sólo puede ser asumido por un partido guiado por una teoría de vanguardia.

La ideología socialista-comunista – que establece las leyes del movimiento de la sociedad capitalista y las leyes para la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo, y generaliza la experiencia de la lucha de clases – se desarrolla y extiende entre la clase obrera por el Partido Comunista, su vanguardia consciente y organizada. Es precisamente aquí donde reside la necesidad del Partido Comunista.

La teoría de la revolución socialista se forjó en la incesante lucha contra la ideología burguesa y contra las muchas teorías reformistas y oportunistas. Estableció científicamente las razones por las que las condiciones de la clase obrera no pueden cambiar radicalmente por medio de una lucha por reformas.

Con la fundación del partido bolchevique (1903), y en la intensa lucha ideológica que se dio en el partido durante muchos años entre los seguidores de los puntos de vista leninistas y los oportunistas, se creó por primera vez en la historia política una fuerza organizada que estatutariamente establecía derechos y obligaciones para los miembros, que tenía en el centralismo democrático su principio operativo fundamental, con el derecho a opinar y criticar, con unidad de acción y disciplina unánime una vez tomadas las decisiones, con fuertes lazos con las masas trabajadoras y populares que se van consolidando con la democracia interna y la autocrítica, basado todo ello en el principio rector supremo de la colectividad.

La amplia preparación teórica del Partido Bolchevique, bajo la dirección de Lenin, lo capacitó para analizar correctamente la disposición y la correlación de fuerzas sociales y políticas, para mostrar la flexibilidad política adecuada sin distanciarse del objetivo estratégico, la toma del poder por los obreros revolucionarios, para solucionar problemas relativos a la política de alianzas en beneficio del movimiento revolucionario, para adaptar positivamente y desarrollar consignas adecuadas para cada momento, dentro de una serie de condiciones fluida, compleja y que evolucionaba rápidamente.

Uno de los factores decisivos para la victoria de la revolución fue la política de los bolcheviques durante la I Guerra Mundial.

Ésta fue una guerra imperialista cuyo objetivo era redistribuir los mercados, las esferas de influencia y las colonias. Agudizó al máximo las contradicciones en la sociedad rusa y causó uno profundo y brusco deterioro en las condiciones de vida de las masas. Se consideró que la guerra era la continuación de la misma política interna por medios militares, es decir, que servía a los intereses de las mismas fuerzas clasistas que estaban explotando a la clase obrera y habían llevado a decenas de millones de campesinos a la pobreza extrema.

La dirección de la Segunda Internacional, con la consigna de la "defensa de la patria", ocultó la naturaleza imperialista de la guerra, llevando a la fragmentación de la clase obrera mundial y a su conversión en defensora de su propio ladrón "nacional", la burguesía doméstica. Por el contrario, los bolcheviques no sólo denunciaron la guerra, como hacían los pacifistas, sino que apostaban por transformar la guerra imperialista en una guerra contra las clases dominantes para su derrocamiento. Sólo este camino podía llevar a una paz justa, con la eliminación de la explotación de clase y de la opresión imperialista.

La propia vida creó las condiciones para el comienzo de la revolución socialista. Dio forma a la situación revolucionaria, que es un hecho objetivo que se da, como enfatizó Lenin, cuando las siguientes condiciones se presentan simultáneamente: "1. La incapacidad de las clases dirigentes para mantener su poder invariablemente (…) para que estalle la revolución, no basta con que "los de abajo no quieran", sino que también es necesario que "los de arriba no puedan" seguir viviendo como antes. 2. Un deterioro mayor de lo habitual, en la privación y la miseria de las clases oprimidas. 3. Por las razones expuestas, un significativo aumento de la actividad de las masas, que en tiempos "de paz" permitirían que se les robase tranquilamente…"

Mientras duraba la guerra, los bolcheviques no permitieron que las masas revolucionarias fueran influenciadas por las fuerzas burguesas que alcanzaron el poder en la revolución de febrero de 1917 con el derrocamiento del gobierno zarista, sino que las llevaron a la revolución de Octubre. No participaron en los gobiernos burgueses que se formaron entre febrero y octubre de 1917. Aprovecharon las contradicciones que no sólo mantenían la situación revolucionaria, sino que también ayudaban a cambiar la correlación de fuerzas en los soviets. El último gobierno burgués, el de Kerensky, fue igualmente incapaz de resolver los problemas que habían movilizado a millones de personas en una lucha a vida o muerte, con el impulso de aquellos a quienes todo pertenece y merecen conquistarlo y vivir en paz.

La consigna "¡Todo el poder para los soviets!" ganó a la mayoría de la clase obrera y atrajo rápidamente a millones de campesinos, mientras también se utilizaba en las filas del ejército burgués, donde los soldados deponían a los oficiales reaccionarios y elegían a revolucionarios para sustituirlos.

La teoría leninista del eslabón débil en el sistema imperialista se confirmó plenamente. En condiciones de desarrollo económico y político asimétrico, ley absoluta del capitalismo, existe la posibilidad de victoria de la revolución socialista en unos pocos países o incluso en un solo país tomado individualmente.

El nuevo Estado, el de la dictadura del proletariado, basado en los Soviets, surgidos de la propia actividad de las masas en el fuego de la revolución de 1905-07, sustituyó a la vieja maquinaria estatal destruida por la Revolución de Octubre.

La ruptura de las estructuras del Estado burgués es necesaria porque "El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, es el Estado de los capitalistas, el capitalista colectivo ideal", como escribió Engels.

"¿Democracia basada en la propiedad privada o basada en la lucha por abolir la propiedad privada?" (…) ¡Libertad e igualdad para el trabajador, para el campesino, para la raza oprimida! ¡Esta es nuestra consigna!", declaró V.I. Lenin. Y enfatizó:

"La dictadura del proletariado… no es únicamente el ejercicio de la violencia contra los explotadores y, de hecho, no es principalmente violencia… el proletariado, en comparación con el capitalismo, representa y alcanza una más alta forma de organización social del trabajo."

El esfuerzo del joven gobierno soviético por construir las bases económicas del socialismo avanzó en condiciones de una dura lucha contra las fuerzas de la intervención militar extranjera y la burguesía doméstica, el cerco imperialista y la subversión interna, con conspiraciones, sabotajes y asesinato de bolcheviques.

Dadas las condiciones existentes, el hecho de que las bases del socialismo efectivamente se construyeran constituye un hecho histórico sin precedentes. No es casual que el tema sea tratado con tanta rabia por la burguesía y los oportunistas. Hasta hoy, la bandera de la cruzada "antiestalinista" se alza para desacreditar globalmente a la lucha comunista y sus perspectivas.

La actividad del Partido se basaba en la consolidada visión teórica relativa a la posibilidad de construir el socialismo en un solo país, especialmente uno del tamaño de Rusia, en oposición a la visión trotskista de la "revolución permanente". Se basaba en la unidad de la clase obrera y su alianza con los sectores pobres del campesinado. En ausencia de tales condiciones, el desarrollo industrial y la colectivización (o cooperativización) de la producción agrícola no se podría haber llevado a cabo.

Una fuerza significativa en la construcción del socialismo fue el trabajo de vanguardia del movimiento stajanovista, que incluía en sus filas a millones de revolucionarios, lo mejor de la nueva sociedad.

Gracias a todo ello, la Unión Soviética fue capaz de convertirse en una gran potencia económica y militar en vísperas de la II Guerra Mundial.
El papel de la Unión Soviética en la victoria antifascista de los pueblos en la II Guerra Mundial fue decisivo. La URSS diezmó la maquinaria militar alemana y de sus aliados, que habían invadido su territorio. Liberó numerosos países europeos de las fuerzas de ocupación alemanas. Por la patria socialista, más de 20 millones de ciudadanos soviéticos dieron sus vidas, y alrededor de 10 millones más sufrieron heridas o invalidez.

Las victorias del Ejército Rojo dieron un empuje considerable al desarrollo de los movimientos de liberación nacional y antifascistas, en los cuales los Partidos Comunistas participaban en primera fila. Es característico que su crecimiento fuera más vigoroso justo tras la batalla de Stalingrado, que marcó un giro en la guerra en detrimento de las fuerzas del Eje.

La lucha de la clase obrera y el pueblo de China, Cuba, Vietnam y la R.P.D. de Corea encontró en la política de la Unión Soviética un apoyo desinteresado y un puntal contra el imperialismo.

La Unión Soviética ayudó a los pueblos de Afganistán, Angola, Camboya, Yemen del Sur, Etiopía y docenas de países en África, Asia y las Américas. Defendió a Palestina y Chipre. Gracias a la URSS y al resto de países del Pacto de Varsovia, regiones enteras como los Balcanes vivieron décadas de cohabitación pacífica entre sus pueblos a pesar de su diversidad étnica.

La URSS buscó todas las vías para aplicar una política de paz y de eliminación de los puntos de tensión y guerra que desencadenaba el imperialismo, responsable de dos guerras mundiales y de cientos de conflictos locales. La Unión Soviética remitió docenas de propuestas para la abolición o reducción de todas las armas nucleares, para la conclusión de acuerdos de no proliferación. Sus propuestas chocaron con el carácter agresivo de los estados capitalistas.

El Pacto de Varsovia – formado en 1955, seis años después de la creación de la OTAN imperialista – fue un instrumento de defensa, un bastión del socialismo. La Unión Soviética y el resto de los estados miembros propusieron a menudo la disolución de ambas alianzas, sin obtener respuesta. La decisión del Pacto de Varsovia de proveer asistencia internacionalista a Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968) tenía la intención de defender el poder socialista frente a la contrarrevolución. La lucha de clases, entre el capitalismo y el socialismo, se daba a nivel internacional.

El derecho humano al empleo fijo y estable, a la educación gratuita, al bienestar y a la sanidad, a la vivienda barata y a la garantía de los derechos básicos sociales y políticos para la mayoría del pueblo se deben todos a la Revolución de Octubre.

A los pocos años de la Revolución de Octubre, el desempleo desapareció en la Unión Soviética. Desde 1956, se instituyó la jornada laboral de 7 y 6 horas, así como la semana laborable de cinco días.

Se aseguró el tiempo de ocio para todos los trabajadores. Su contenido también cambió en base a las infraestructuras creadas por el poder soviético, tales como casas de descanso, centros de vacaciones y campings. La Unión Soviética estaba cubierta por una amplia red de teatros y salas de cine, asociaciones artísticas y deportivas, grupos musicales y librerías, llegando a los pueblos más pequeños y los más remotos lugares de Siberia, grandes extensiones que fueron explotadas y literalmente transformadas gracias a la heroica labor de miles de trabajadores, entre ellos muchos voluntarios.

La seguridad social era una preocupación fundamental para el estado soviético. La jubilación era universal a los 55 años para las mujeres y a los 60 para los hombres. Los fondos de la seguridad social se financiaban a través del presupuesto público y de contribuciones de las empresas. Había similar preocupación en el resto de países socialistas europeos. Los trabajadores nunca experimentaron la inseguridad, problemas y ansiedades que sufren los trabajadores, jóvenes y capas populares en los países capitalistas.

El poder soviético puso las bases para abolir la discriminación y la opresión hacia las mujeres. Les dio plenos derechos legales. Protegió en la práctica la maternidad, como una tarea social y no privada o familiar. Liberó a las mujeres de muchas responsabilidades en el cuidado de la familia, creando un sistema gratuito estatal de ayudas sociales. Desde el principio enfrentó prejuicios centenarios y enormes dificultades objetivas. Mostró particular interés en las parejas jóvenes. Aunque ello no significa que toda forma de desigualdad entre hombres y mujeres fuera eliminada, es un hecho que el poder soviético ayudó a la mujer a salir de su estatus de abandono, de ser humano de segunda clase.

El esfuerzo por elevar el nivel de la educación pública en todos los sentidos fue un componente integral y permanente de la política soviética. Más de ¾ de los trabajadores de la URSS tuvieron educación universitaria o secundaria completa, mientras que el analfabetismo, que en 1917 afectaba a dos tercios de la población de este enorme país, fue rápidamente erradicado.

Se vieron los resultados en el florecimiento de las ciencias, en el primer viaje espacial tripulado por Yuri Gagarin, en la aparición de científicos reconocidos mundialmente en campos como la física, las matemáticas, la química, la medicina, la ingeniería, la psicología y otras, creando una gran reserva de conocimiento científico.

La construcción de la base económica socialista y la formación de un estado de obreros se convirtieron en la base y el instrumento para moldear al nuevo hombre, al creador de la cultura socialista. Su influencia fue universal y abarcó a todos los pueblos y naciones de este vasto país. Los logros de la cultura socialista en todos los campos se los apropiaron las amplias masas populares, como un beneficio social estatal.

El estado proveyó los recursos para la educación artística, para el desarrollo de la creatividad artística, desde la infancia. En la Unión Soviética no sólo destacaron grandes artistas en todos los campos de la estética, sino sobre todo el alto nivel cultural de las masas.

Igual cuidado se tuvo en proteger y diseminar los mejores logros intelectuales jamás conocidos por la humanidad. Junto con los trabajos del arte socialista y de la cultura socialista en general, millones de ciudadanos soviéticos pudieron aprender y asimilar las grandes obras de la cultura humana. Tras el Louvre y el Vaticano, el museo del Hermitage tuvo la mejor colección de obras de arte del mundo, siendo accesible para todos. El pueblo soviético comenzó a familiarizarse ampliamente con las creaciones culturales desde los primeros momentos de la Revolución de Octubre y la guerra civil, en una época en que pasaban hambre, frío y morían de cólera o en el campo de batalla.

Los avances hechos por los pueblos de la Unión Soviética y el resto de países socialistas demuestran la superioridad del modo de producción socialista frente al capitalista. Adquieren aún más valor si tenemos en cuenta la herencia de la asimetría capitalista y el retraso en el momento de la revolución, en comparación con los EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Japón.

La construcción del socialismo comenzó en Rusia sobre las ruinas resultantes de la I Guerra Mundial, la guerra civil y la intervención de los ejércitos de 16 estados imperialistas. A ello hay que añadir la aún mayor destrucción resultante de la II Guerra Mundial. La reconstrucción de la URSS sin ninguna ayuda extranjera en cuatro años (1945-1949) supuso otra hazaña del poder socialista soviético. Por el contrario, la reconstrucción de la Europa capitalista se basó principalmente en el "Plan Marshall" de EEUU.

La creación de la Unión Soviética fue una unificación progresiva y popular, en contraste con los "Estados Unidos de Europa bajo el capitalismo" que son "imposibles o reaccionarios", como predijo Lenin.

Hoy, las uniones imperialistas están impregnadas de contradicciones insalvables. Su competencia por la dominación es debida a la propiedad privada de los medios de producción. Las relaciones de la UE con otros estados y entre sus propios miembros están gobernadas por la desigualdad y la dominación.

El gobierno soviético se opuso al nacionalismo, al particularismo y a la xenofobia. Reconoció el derecho de todo pueblo a la autodeterminación, incluyendo la plena separación. Promovió el respeto mutuo y la igualdad entre naciones y grupos étnicos, cultivó y estableció la idea de su unión voluntaria en el único marco de la Unión Soviética.

Esta política se basaba en el internacionalismo proletario, el único principio cuya aplicación consistente puede asegurar el respeto a las particularidades nacionales, lingüísticas y culturales y la participación uniforme en el camino de la construcción socialista. Por el contrario, la violación del internacionalismo proletario, principalmente bajo condiciones de acumulación de problemas internos, puede dar lugar a que se deshagan los lazos, e incluso a una abierta oposición a la unificación.

El factor imperialista, en colaboración con las fuerzas contrarrevolucionarias internas, aprovechó las distorsiones y errores y desencadenó lo que quedaba de los sentimientos nacionalistas para socavar el sistema socialista y agravar las tendencias secesionistas.

El manejo por el gobierno soviético, a un nivel u otro, de tantos problemas populares demuestra que la constante mejora de las condiciones de vida y el desarrollo de la personalidad de los trabajadores está en la propia naturaleza e inherente potencial del socialismo-comunismo. Sin embargo, sólo puede lograrse por medio de la aplicación de una política correcta por parte de los Partidos Comunistas. Las desviaciones y violaciones de los principios se convierten en factores que promueven el retraso, el estancamiento e incluso la deriva contrarrevolucionaria.

El KKE, con las conclusiones y elaboraciones de su Conferencia Nacional de julio de 1995 sobre "Las causas del derrocamiento del sistema socialista en Europa", dio un primer paso en el estudio de este adverso acontecimiento para los pueblos. Posteriormente, se formularon más observaciones y valoraciones en las "Tesis del CC del KKE en el 60 aniversario de la gran Victoria Antifascista de los pueblos – mayo de 2005".

Hoy el KKE, tras haber adquirido mayor madurez y conocimiento de las fuentes históricas, pero también siguiendo las discusiones que se han dado a nivel internacional entre eruditos marxistas, se esfuerza por profundizar en su conocimiento de las causas de la victoria contrarrevolucionaria, sin considerar que esta investigación haya sido completada.

El derrocamiento del sistema socialista constituye una contrarrevolución porque supuso retrocesos sociales.

La absoluta dominación del capitalismo ha supuesto grandes sufrimiento para millones de personas, dentro y fuera de los países socialistas que conocíamos. La explotación del hombre por el hombre, el crimen, la prostitución y las drogas, el paro y el expolio capitalista de la enorme riqueza de la Unión Soviética – todo lo cual había sido desconocido durante siete décadas – son ahora características de la situación que ha surgido tras la contrarrevolución y el desmembramiento de la URSS. La contrarrevolución supuso una destrucción increíblemente generalizada de las fuerzas productivas. La propaganda contrarrevolucionaria se ha esforzado por presentar a escala global los desastres de la contrarrevolución como un problema de la construcción socialista.

Los pueblos se han visto privados temporalmente de su gran apoyo, de su sincero aliado. Son miles los muertos, las víctimas de la agresión imperialista, los desvalidos y los refugiados. Los Balcanes, Irak y Afganistán, los pueblos de Ruanda, Haití y Somalia son las víctimas más claras de la nueva correlación de fuerzas global tras 1989-91.

El nacionalismo, el racismo social, las diferencias religiosas y culturales, el antisocialismo y el anticomunismo se están convirtiendo en armas en manos de los imperialistas para fomentar la discordia entre los pueblos y el desmembramiento de estados. Se están desarrollando nuevas armas y sistemas nucleares. Las nuevas dimensiones que ha adquirido el anticomunismo, convirtiéndose en muchos casos en política oficial de los gobiernos, revelan el carácter formal y limitado de la democracia burguesa como dictadura del capital. En algunos estados que emergieron de la restauración del capitalismo y el desmembramiento de la Unión Soviética, en los países bálticos, en Polonia, en la República Checa y en otros lugares, los criminales de guerra y colaboradores de los alemanes reciben honores, mientras que los héroes de la lucha antifascista son perseguidos y los símbolos de la victoria de los pueblos contra el fascismo se derrumban.

Rechazamos el término "colapso" del sistema socialista, porque sugiere una especie de necesidad del proceso contrarrevolucionario, y oculta la lucha social y las condiciones necesarias para su evolución hacia una abierta lucha de clases.

Consideramos fundamental reconocer que en esos países se había iniciado la construcción socialista, con sus debilidades, errores y desviaciones. No se trataba de un "sistema explotador transitorio" o un "capitalismo de estado", como dicen algunas corrientes del movimiento obrero.

El hecho de que en los antiguos países socialistas el derrocamiento fuera dirigido por las direcciones del partido y del estado demuestra lo que afirma la historia entera del movimiento obrero: en su desarrollo, particularmente en condiciones de agudización de la lucha de clases, el oportunismo madura en fuerza contrarrevolucionaria.

Nuestros adversarios, distorsionando nuestras posiciones, aseguran que el KKE reduce toda la cuestión de las causas del vuelco contrarrevolucionario a las actividades subversivas de los agentes imperialistas en el partido y en el estado. Esto es una vulgarización de las posiciones del KKE, cuyo objetivo es presentar que el pensamiento del Partido se queda corto en cuanto a lo que demandan las condiciones, desacreditarlo a los ojos de los preocupados trabajadores.

El cerco imperialista al sistema socialista supuso un fortalecimiento importante de sus problemas internos y sus contradicciones. Llevó a decisiones que hicieron la construcción socialista más difícil. La carrera armamentística absorbió una gran parte de los recursos de la Unión Soviética.

La línea de la coexistencia pacífica, desarrollada durante el período inmediato de la posguerra, a cierto nivel en el XIX Congreso (octubre de 1952), pero especialmente en el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS (febrero de 1956), permitió la aparición de visiones utópicas, de que era posible para el imperialismo renunciar a la guerra y los medios militares.

A la hora de fijar la correlación de fuerzas global, jugó un papel importante el desarrollo del movimiento comunista internacional y las cuestiones sobre su estrategia. La decisión de disolver la Internacional Comunista (mayo-junio de 1943) señaló la ausencia de un centro que pudiera formular una estrategia revolucionaria contra el sistema imperialista internacional. A pesar del hecho de que la II Guerra Mundial creó las condiciones en las que las contradicciones de clase se agudizaron enormemente, la lucha antifascista llevó al derrocamiento del poder burgués sólo en los países de Europa central y oriental, con la decisiva contribución del Ejército Rojo en un sentido u otro.

En el occidente capitalista, los Partidos Comunistas no pudieron elaborar una estrategia para la transformación de la guerra imperialista o la lucha de liberación en una lucha por la conquista del poder por la clase obrera. Pospusieron la meta del socialismo para el futuro y establecieron tareas que limitaban la lucha al frente contra el fascismo. Prevaleció la visión de que era posible algún tipo de forma intermedia de poder, entre la burguesía y el poder de la clase obrera revolucionaria, con la posibilidad de que evolucionara hacia un poder obrero.

Tras la II Guerra Mundial, se produjo una obvia falta de lazo organizativo entre los Partidos Comunistas que permitiera conformar una estrategia unida e independiente contra la estrategia unida del imperialismo internacional. La Oficina de Información de los Partidos Comunistas, creada en 1947 y disuelta en 1956, y las conferencias internacionales de Partidos Comunistas que se celebraron desde entonces, no tuvieron éxito en contribuir a la unidad ideológica y a la plasmación de una estrategia revolucionaria.

En los análisis realizados por el movimiento comunista internacional, las tácticas flexibles del capitalismo no fueron evaluadas apropiadamente. Las contradicciones entre estados capitalistas, que por supuesto contenían el elemento de la dependencia, como en el caso de la pirámide imperialista, no fueron analizadas así, un hecho que llevó a una política de alianzas con sectores de la burguesía que eran descritos como "nacionales", contra las denominadas burguesías dominadas desde fuera. Además, las direcciones comunistas no elaboraron conclusiones correctas y exhaustivas en relación a las abiertas actividades contrarrevolucionarias del imperialismo, inicialmente en la República Democrática Alemana y más adelante en Hungría, Polonia y Checoslovaquia.

La política seguida por un número importante de Partidos Comunistas de colaborar con la socialdemocracia fue parte de la estrategia del "gobierno antimonopolista", una especie de paso entre el capitalismo y el socialismo, también expresada a través de gobiernos que intentaban administrar el sistema capitalista.

Por otro lado, justo tras el fin de la guerra, bajo la dirección de EEUU, el imperialismo lanzó la "guerra fría".
La "guerra fría" incluyó la organización de una guerra psicológica contra los países socialistas, la escalada de la carrera armamentística, redes de subversión y sabotaje del sistema socialista, abiertas provocaciones del imperialismo, fomento de actitudes contrarrevolucionarias y una política económica y diplomática diferenciada respecto de los nuevos regímenes obreros, dirigida a romper su alianza con la URSS. Al mismo tiempo, el sistema imperialista estableció coaliciones militares, civiles y económicas, así como organizaciones internacionales prestamistas, como la OTAN, la Comunidad Europea, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los acuerdos transnacionales de comercio, que aseguraban la coordinación entre los estados capitalistas.

Ambas secciones del movimiento comunista, la que estaba en el poder y la que no, no supieron valorar correctamente la correlación de fuerzas mundial, mientras subestimaban el potencial de la reorganización del capitalismo de posguerra.

Al mismo tiempo, la crisis se profundizó en el movimiento comunista internacional, inicialmente manifestándose en la total ruptura de relaciones entre el Partido Comunista de la Unión Soviética y los Partidos Comunistas de China y Albania. Luego crecieron las dificultades con la cristalización del oportunismo de derecha en el movimiento comunista en Europa occidental en la corriente denominada "eurocomunismo" que abiertamente convergía con la socialdemocracia.

Desde ambos lados se manifestó el antisovietismo, que llegó a ser un componente elemental en sus políticas. Del lado del PC Chino alcanzó sus expresiones más crudas. Al mismo tiempo, la recíproca influencia del oportunismo en los Partidos Comunistas de los países capitalistas y en los Partidos Comunistas en el poder se reforzó bajo condiciones de amenaza de un golpe nuclear contra los países socialistas.

Debe señalarse que la diferencia fundamental entre el capitalismo y el socialismo-comunismo es que las relaciones de producción capitalistas surgieron en el seno del feudalismo, mientras que las del socialismo-comunismo no pueden nacer en el seno del capitalismo porque están en contradicción con toda forma de explotación.

El poder de los obreros revolucionarios debe derribar y remodelar radicalmente todas las relaciones sociales heredadas del capitalismo, conscientemente debe construir un nuevo modo de producción, resolviendo las contradicciones sociales en beneficio de la construcción socialista. Por ello encuentra grandes dificultades en la construcción, extensión y pleno desarrollo y dominio de las nuevas relaciones de producción y distribución. El capitalismo no se encontró con tales dificultades. La sociedad socialista tiene grandes cargas de la sociedad capitalista que la hacen peligrar a todos los niveles. En el socialismo, la explotación de clase está abolida, pero no se puede abolir toda forma de desigualdad social y estratificación que se refleja en la conciencia de la gente y en su actitud hacia la vida. En la construcción socialista, las diferencias entre el campo y la ciudad, entre el trabajo manual e intelectual también deben ser eliminadas. Sólo entonces seremos capaces de decir que hemos clavado "el último clavo en el ataúd de la sociedad capitalista que estamos enterrando", como escribió Lenin.

La lucha por establecer y desarrollar la nueva sociedad es dirigida por los obreros revolucionarios cuyo núcleo es el Partido Comunista, el cual actúa conscientemente en base a las leyes del movimiento de la sociedad socialista. Por ello, la naturaleza científica y la orientación de clase de la política del Partido Comunista, sobre todo el desarrollo de la teoría del socialismo-comunismo científico por el Partido Comunista, es una condición fundamental y previa de la construcción socialista.

Los partidos comunistas en el poder no realizaron esta tarea con éxito. Y, en la medida que las políticas del poder socialista no lograban resolver tales contradicciones en beneficio de la construcción socialista, tales contradicciones evolucionaron hasta ser antagónicas. La teoría oportunista de que las contradicciones no antagónicas no pueden evolucionar a contradicciones antagónicas no se confirmó. Tras la guerra, como señaló el XIX Congreso del PCUS, a pesar de los éxitos logrados en el cumplimiento del 4º plan quinquenal (1946-1950), hubo problemas en lo relativo a la modernización y desarrollo de los medios de producción, la dirección de las empresas y el nivel de bienestar social.

A partir del XX Congreso del PCUS, se fueron adoptando aproximaciones teóricas erróneas para resolver tales problemas, y las políticas oportunistas que se aplicaron en la economía se extendieron al poder socialista y a las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, con el pretexto de combatir el "culto a la personalidad", se desencadenó una desenfrenada campaña contra la política del estado soviético bajo Stalin, y se trazó el camino para la gran deriva oportunista de derecha del Movimiento Comunista Internacional.

En lugar de fortalecer las relaciones socialistas de producción / distribución, se reforzaron las relaciones mercantiles, potencialmente capitalistas. La planificación central comenzó a desaparecer y la propiedad social se erosionó. Una parte importante de la producción agrícola privada y cooperativa se vendía libremente en el mercado, esto es, al punto más alto en la fluctuación de precios. La diferenciación social en la industria era incluso mayor. El enriquecimiento ilegal, el denominado "capital a la sombra", trataba de operar legalmente como capital productivo, es decir, trataba de restaurar el capitalismo. Esto afectó al Partido, reforzando la erosión oportunista y la degeneración socialdemócrata.

El subjetivismo a la hora de analizar la marcha de la construcción socialista como "socialismo desarrollado" y el desarrollo del oportunismo quedaron recogidos en los análisis del XXI Congreso del PCUS en 1959: "El socialismo en la URSS ha triunfado absoluta y definitivamente (…) Ha entrado en el período de la gran extensión de la sociedad socialista". El XXII Congreso en 1961 adoptó el "Programa de construcción del comunismo". En los cambios formulados en la Constitución de 1977, se institucionalizaron el "Estado de todo el pueblo" y el "partido del pueblo".

La teoría del "Estado de todo el pueblo" tuvo otro efecto a la hora de alterar las características del Estado y en degradar el papel de la clase obrera. También alteró la naturaleza de la democracia socialista. Al mismo tiempo, la definición del partido como un "partido de todo el pueblo" significó un cambio en su carácter de clase.

En los Documentos de la Conferencia Nacional del KKE de julio de 1995 sobre "Las causas del derrocamiento del sistema socialista en Europa", se menciona el hecho de que "el papel de vanguardia del Partido se hizo cada vez más débil (…). En el período de la perestroika, el estado del Partido alcanzó el punto de la degeneración." Las fuerzas en el partido comunista que no habían derivado conscientemente hacia el oportunismo consideraban el papel preponderante del partido en la sociedad como un hecho e indiscutible.

El control del partido por las fuerzas de la clase obrera se debilitó gradualmente y finalmente desapareció. El principio de igualdad entre comunistas se violó. Se crearon las condiciones para el crecimiento del arribismo entre los cuadros.

La clase obrera y las masas populares en general no rechazaban el socialismo. Es típico que los eslóganes usados durante la perestroika fueran "revolución dentro de la revolución" y "más socialismo".

El hecho de que la clase obrera no reaccionara contra la contrarrevolución puede explicarse por estos y otros factores.

Al tiempo que las direcciones de los partidos comunistas tomaban posturas que erosionaban la naturaleza social de la propiedad y fortalecían intereses estrictamente privados, los sentimientos de alienación de la propiedad social fueron apareciendo y al mismo tiempo se fue erosionando la conciencia social. Se fomentaron la pasividad y la indiferencia.

La erosión oportunista del Movimiento Comunista Internacional fue un proceso a largo plazo, con profundas raíces en el desarrollo capitalista del siglo XX, que no fue analizado a tiempo y objetivamente. La interacción entre el oportunismo en los partidos comunistas de los países capitalistas desarrollados y el del PCUS y el resto de partidos comunistas en el poder requiere una mayor investigación histórica, necesaria para el fortalecimiento ideológico y político y la unidad del movimiento comunista en el siglo XXI.

Es igualmente necesario sacar y asimilar conclusiones acerca del desarrollo y crecimiento de la lucha de clases durante la construcción socialista del siglo XX. La futura construcción socialista comenzará y evolucionará seguramente a un nivel superior al del siglo XX. Sin embargo, también es cierto que llegará a una dura confrontación con la herencia capitalista en lo económico, en lo político y en lo ideológico.

Para el movimiento obrero en los países capitalistas actuales, se mantiene el problema de que las masas están atrapadas en las estructuras del sistema (parlamento, control del gobierno y el patrón, sindicato, gobierno municipal y otros). La poderosa influencia burguesa en el movimiento obrero también se expresa a través del revisionismo y oportunismo en un número importante de partidos comunistas.

Hoy, más que nunca antes, se ha demostrado que la lucha de clases no puede ser principalmente defensiva, para defender determinadas conquistas, cuando las necesidades inmediatas están cambiando tanto del lado del capital como de la clase obrera. Resultados inmediatos, y también a largo plazo, sólo pueden conseguirse politizando la acción, poniendo por delante exigencias que chocan con la estrategia del capital, que reclaman para sus productores directos la riqueza que se está creando, y a la vez preparando el factor subjetivo de la conquista del poder. Tales luchas pueden crear correlaciones de fuerzas favorables a la clase obrera y sus potenciales aliados, las masas populares.

Una de las principales tareas del frente ideológico comunista es restaurar a los ojos de la clase trabajadora la verdad acerca del socialismo en el siglo XX, sin idealizaciones, objetivamente, libre de las calumnias burguesas. La defensa de las leyes del desarrollo del socialismo y, al mismo tiempo, la defensa de la contribución del socialismo en el siglo XX suponen una respuesta a las teorías oportunistas que hablan de "modelos" de socialismo adaptados a peculiaridades "nacionales", pero además responden también a la discusión derrotista acerca de los errores. La defensa de esta contribución es, para el KKE, un criterio en las relaciones con otros Partidos Comunistas y Obreros para la creación de un polo comunista en el movimiento internacional. La calumnia y la cruzada anticomunista no pueden esconder la verdad durante mucho tiempo. El anticomunismo, uno de cuyos elementos es la reescritura de la historia, es un indicador del miedo de la clase burguesa.

Se ha confirmado que no hay una tercera vía o una vía no clasista al desarrollo. En cualquier caso, ésta servirá al imperialismo, es decir, a la dirección del sistema capitalista, o servirá al pueblo. Todos los mitos antiguos y contemporáneos están siendo derribados y desvelados en la práctica: el mito del "libre mercado" y la "competitividad", de la "modernización", "consenso", "diálogo social", la "democracia de las instituciones", "vías de un solo sentido" y los mitos de la seguridad y respeto por los derechos soberanos y las fronteras. La pregunta es: quién está en el poder, quién domina, para el beneficio de quién y con qué finalidad.

La clase obrera y las capas pobres de las masas populares no se quedarán ancladas en el pasado. La clase obrera, especialmente sus generaciones más jóvenes, así como las jóvenes generaciones de las masas populares, merecen un solo futuro, el que teme el imperialismo: el socialista-comunista. Como se enfatiza en el Programa del KKE adoptado en su XV Congreso: "El siglo XXI será el siglo de la reagrupación de las fuerzas revolucionarias, se repelerá la ofensiva del capital internacional y se organizará la contraofensiva decisiva. Será el siglo de un nuevo crecimiento en el mundo revolucionario y una nueva serie de revoluciones sociales".

25 de mayo de 2007.
Comité Central del KKE



Fuente: Partido Comunista de Grecia_KKE/Prensa Popular Comunistas Miranda


martes, 1 de enero de 2008

PRINCIPIOS DE COMUNISMO, POR FEDERICO ENGELS

Por: FEDERICO ENGELS

El trabajo "Principios del comunismo" es un proyecto de programa de la Liga de los Comunistas. Lo escribió Engels en París por encargo del Comité Comarcal de la Liga.

Sin embargo, luego de que como resultado de su II Congreso (29 de noviembre-8 de diciembre de 1847), la Liga les encargara a Marx y Engels la redacción de un programa para la Liga, los autores abandonaron la forma de catequismo que marcó la obra aquí reproducida y optaron por escribir el programa en forma de Manifiesto. El resultado se conoce como el Manifiesto del Partido Comunista. Al escribirlo, los autores utilizaron las tesis expuestas por Engels en los "Principios del comunismo".-

I. ¿Qué es el comunismo?

El comunismo es la doctrina de las condiciones de la liberación del proletariado.

II. ¿Qué es el proletariado?

El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora del siglo XIX.

III. ¿Quiere decir que los proletarios no han existido siempre?

No. Las clases pobres y trabajadoras han existido siempre, siendo pobres en la mayoría de los casos. Ahora bien, los pobres, los obreros que viviesen en las condiciones que acabamos de señalar, o sea los proletarios, no han existido siempre, del mismo modo que la competencia no ha sido siempre libre y desenfrenada.

IV. ¿Cómo apareció el proletariado?

El proletariado nació a raíz de la revolución industrial, que se produjo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo pasado y se repitió luego en todos los países civilizados del mundo. Dicha revolución se debió al invento de la máquina de vapor, de las diversas máquinas de hilar, del telar mecánico y de toda una serie de otros dispositivos mecánicos. Estas máquinas, que costaban muy caras y, por eso, sólo estaban al alcance de los grandes capitalistas, transformaron completamente el antiguo modo de producción y desplazaron a los obreros anteriores, puesto que las máquinas producían mercancías más baratas y mejores que las que podían hacer éstos con ayuda de sus ruecas y telares imperfectos. Las máquinas pusieron la industria enteramente en manos de los grandes capitalistas y redujeron a la nada el valor de la pequeña propiedad de los obreros (instrumentos, telares, etc.), de modo que los capitalistas pronto se apoderaron de todo, y los obreros se quedaron con nada. Así se instauró en la producción de tejidos el sistema fabril. En cuanto se dio el primer impulso a la introducción de máquinas y al sistema fabril; este último se propagó rápidamente en las demás ramas de la industria, sobre todo en el estampado de tejidos, la impresión de libros, la alfarería y la metalurgia. El trabajo comenzó a dividirse más y más entre los obreros individuales de tal manera que el que antes efectuaba todo el trabajo pasó a realizar nada más que una parte del mismo. Esta división del trabajo permitió fabricar los productos más rápidamente y, por consecuencia, de modo más barato. Ello redujo la actividad de cada obrero a un procedimiento mecánico, muy sencillo, constantemente repetido, que la máquina podía realizar con el mismo éxito o incluso mucho mejor. Por tanto, todas estas ramas de la producción cayeron, una tras otra, bajo la dominación del vapor, de las máquinas y del sistema fabril, exactamente del mismo modo que la producción de hilados y de tejidos. En consecuencia, ellas se vieron enteramente en manos de los grandes capitalistas, y los obreros quedaron privados de los úItimos restos de su independencia. Poco a poco, el sistema fabril extendió su dominación no ya sólo a la manufactura, en el sentido estricto de la palabra, sino que comenzó a apoderarse más y más de las actividades artesanas, ya que también en esta esfera los grandes capitalistas desplazaban cada vez más a los pequeños maestros, montando grandes talleres, en los que era posible ahorrar muchos gastos e implantar una detallada división del trabajo. Así llegamos a que, en los países civilizados, casi en todas las ramas del trabajo se afianza la producción fabril y, casi en todas estas ramas, la gran industria desplaza a la artesanía y la manufactura. Como resultado de ello, se arruina más y más la antigua clase media, sobre todo los pequeños artesanos, cambia completamente la anterior situación de los trabajadores y surgen dos clases nuevas, que absorben paulatinamente a todas las demás, a saber:

1. La clase de los grandes capitalistas, que son ya en todos los países civilizados casi los únicos poseedores de todos los medios de existencia, como igualmente de las materias primas y de los instrumentos (máquinas, fábricas, etc.) necesarios para la producción de los medios de existencia. Es la clase de los burgueses, o sea, burguesía.

2. La clase de los completamente desposeídos, de los que en virtud de ello se ven forzados a vender su trabajo a los burgueses, al fin de recibir en cambio los medios de subsistencia necesarios para vivir. Esta clase se denomina la clase de los proletarios, o sea, proletariado.

V. ¿En qué condiciones se realiza esta venta del trabajo de los proletarios a los burgueses?

El trabajo es una mercancía como otra cualquiera, y su precio depende, por consiguiente, de las mismas leyes que el de cualquier otra mercancía. Pero, el precio de una mercancía, bajo el dominio de la gran industria o de la libre competencia, que es lo mismo, como lo veremos más adelante, es, por término medio, siempre igual a los gastos de producción de dicha mercancía. Por tanto, el precio del trabajo es también igual al costo de producción del trabajo. Ahora bien, el costo de producción del trabajo consta precisamente de la cantidad de medios de subsistencia indispensables para que el obrero esté en condiciones de mantener su capacidad de trabajo y para que la clase obrera no se extinga. El obrero no percibirá por su trabajo más que lo indispensable para ese fin; el precio del trabajo o el salario será, por consiguiente, el más bajo, constituirá el mínimo de lo indispensable para mantener la vida. Pero, por cuanto en los negocios existen períodos mejores y peores, el obrero percibirá unas veces más, otras menos, exactamente de la misma manera que el fabricante cobra unas veces más, otras menos, por sus mercancías. Y, al igual que el fabricante, que, por término medio, contando los tiempos buenos y los malos, no percibe por sus mercancías ni más ni menos que su costo de producción, el obrero percibirá, por término medio, ni más ni menos que ese mínimo. Esta ley económica del salario se aplicará más rigurosamente en la medida en que la gran industria vaya penetrando en todas las ramas de la producción.

VI. ¿Qué clases trabajadores existían antes de la revolución industrial?

Las clases trabajadoras han vivido en distintas condiciones, según las diferentes fases de desarrollo de la sociedad, y han ocupado posiciones distintas respecto de las clases poseedoras y dominantes. En la antigüedad, los trabajadores eran esclavos de sus amos, como lo son todavía en un gran número de países atrasados e incluso en la parte meridional de los Estados Unidos. En la Edad Media eran siervos de los nobles propietarios de tierras, como lo son todavía en Hungría, Polonia y Rusia. Además, en la Edad Media, hasta la revolución industrial, existían en las ciudades oficiales artesanos que trabajaban al servicio de la pequeña burguesía y, poco a poco, en la medida del progreso de la manufactura, comenzaron a aparecer obreros de manufactura que iban a trabajar contratados por grandes capitalistas.

VII. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el esclavo?

El esclavo está vendido de una vez y para siempre, en cambio, el proletario tiene que venderse él mismo cada día y cada hora. Todo esclavo individual, propiedad de un señor determinado, tiene ya asegurada su existencia por miserable que sea, por interés de éste. En cambio el proletario individual es, valga la expresión, propiedad de toda la clase de la burguesía. Su trabajo no se compra más que cuando alguien lo necesita, por cuya razón no tiene la existencia asegurada. Esta existencia está asegurada únicamente a toda la clase de los proletarios. El esclavo está fuera de la competencia. El proletario se halla sometido a ello y siente todas sus fluctuaciones. El esclavo es considerado como una cosa, y no miembro de la sociedad civil. El proletario es reconocido como persona, como miembro de la sociedad civil. Por consiguiente, el esclavo puede tener una existencia mejor que el proletario, pero este último pertenece a una etapa superior de desarrollo de la sociedad y se encuentra a un nivel más alto que el esclavo. Este se libera cuando de todas las relaciones de la propiedad privada no suprime más que una, la relación de esclavitud, gracias a lo cual sólo entonces se convierte en proletario; en cambio, el proletario sólo puede liberarse suprimiendo toda la propiedad privada en general.

VIII. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el siervo?

El siervo posee en propiedad y usufructo un instrumento de producción y una porción de tierra, a cambio de lo cual entrega una parte de su producto o cumple ciertos trabajos. El proletario trabaja con instrumentos de producción pertenecientes a otra persona, por cuenta de ésta, a cambio de una parte del producto. El siervo da, al proletario le dan. El siervo tiene la existencia asegurada, el proletario no. El siervo está fuera de la competencia, el proletario se halla sujeto a ella. El siervo se libera ya refugiándose en la ciudad y haciéndose artesano, ya dando a su amo dinero en lugar de trabajo o productos, transformandose en libre arrendatario, ya expulsando a su señor feudal y haciéndose él mismo propietario. Dicho en breves palabras, se libera entrando de una manera u otra en la clase poseedora y en la esfera de la competencia. El proletario se libera suprimiendo la competencia, la propiedad privada y todas las diferencias de clase.

IX. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el artesano?

X. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el obrero de manufactura?

El obrero de manufactura de los siglos XVI-XVIII poseía casi en todas partes instrumentos de producción: su telar, su rueca para la familia y un pequeño terreno que cultivaba en las horas libres. El proletario no tiene nada de eso. El obrero de manufactura vive casi siempre en el campo y se halla en relaciones más o menos patriarcales con su señor o su patrono. El proletario suele vivir en grandes ciudades y no lo unen a su patrono más que relaciones de dinero. La gran industria arranca al obrero de manufactura de sus condiciones patriarcales; éste pierde la propiedad que todavía poseía y sólo entonces se convierte en proletario.

XI. ¿Cuáles fueron las consecuencias directas de la revolución industrial y de la división de la sociedad en burgueses y proletarios?

En primer lugar, en virtud de que el trabajo de las máquinas reducía más y más los precios de los artículos industriales, en casi todos los países del mundo el viejo sistema de la manufactura o de la industria basada en el trabajo manual fue destruido enteramente. Todos los países semibárbaros que todavía quedaban más o menos al margen del desarrollo histórico y cuya industria se basaba todavía en la manufactura, fueron arrancados violentamente de su aislamiento. Comenzaron a comprar mercancías más baratas a los ingleses, dejando que se muriesen de hambre sus propios obreros de manufactura. Así, países que durante milenios no conocieron el menor progreso, como, por ejemplo, la India, pasaron por una completa revolución, e incluso la China marcha ahora de cara a la revolución. Las cosas han llegado a tal punto que una nueva máquina que se invente ahora en Inglaterra podrá, en el espacio de un año, condenar al hambre a millones de obreros de China. De este modo, la gran industria ha ligado los unos a los otros a todos los pueblos de la tierra, ha unido en un solo mercado mundial todos los pequeños mercados locales, ha preparado por doquier el terreno para la civilización y el progreso y ha hecho las cosas de tal manera que todo lo que se realiza en los países civilizados debe necesariamente repercutir en todos los demás, por tanto, si los obreros de Inglaterra o de Francia se liberan ahora, ello debe suscitar revoluciones en todos los demás países, revoluciones que tarde o temprano culminarán también allí en la liberación de los obreros.

En segundo lugar, en todas las partes en que la gran industria ocupó el lugar de la manufactura, la burguesía aumentó extraordinariamente su riqueza y poder y se erigió en primera clase del país. En consecuencia, en todas las partes en las que se produjo ese proceso, la burguesía tomó en sus manos el poder político y desalojó las clases que dominaban antes: la aristocracia, los maestros de gremio y la monarquía absoluta, que representaba a la una y a los otros. La burguesía acabó con el poderío de la aristocracia y de la nobleza, suprimiendo el mayorazgo o la inalienabilidad de la posesión de tierras, como también todos los privilegios de la nobleza. Destruyó el poderío de los maestros de gremio, eliminando todos los gremios y los privilegios gremiales. En el lugar de unos y otros puso la libre competencia, es decir, un estado de la sociedad en la que cada cual tenía derecho a dedicarse a la rama de la industria que le gustase y nadie podía impedírselo a no ser la falta de capital necesario para tal actividad. Por consiguiente, la implantación de la libre competencia es la proclamación pública de que, de ahora en adelante, los miembros de la sociedad no son iguales entre sí únicamente en la medida en que no lo son sus capitales, que el capital se convierte en la fuerza decisiva y que los capitalistas, o sea, los burgueses, se erigen así en la primera clase de la sociedad. Ahora bien, la libre competencia es indispensable en el período inicial del desarrollo de la gran industria, porque es el único régimen social con el que la gran industria puede progresar. Tras de aniquilar de este modo el poderío social de la nobleza y de los maestros de gremio, puso fin también al poder político de la una y los otros. Llegada a ser la primera clase de la sociedad, la burguesía se proclamó también la primera clase en la esfera política. Lo hizo implantando el sistema representativo, basado en la igualdad burguesa ante la ley y en el reconocimiento legislativo de la libre competencia. Este sistema fue instaurado en los países europeos bajo la forma de la monarquía constitucional. En dicha monarquía sálo tienen derecho de voto los poseedores de cierto capital, es decir, únicamente los burgueses. Estos electores burgueses eligen a los diputados, y estos diputados burgueses, valiéndose del derecho a negar los impuestos, eligen un gobierno burgués.

En tercer lugar, la revolución indistrial ha creado en todas partes el proletariado en la misma medida que la burguesía. Cuanto más ricos se hacían los burgueses, más numerosos eran los proletarios. Visto que sólo el capital puede dar ocupación a los proletarios y que el capital sólo aumenta cuando emplea trabajo, el crecimiento del proletariado se produce en exacta correspondencia con el del capital. Al propio tiempo, la revolución industrial agrupa a los burgueses y a los proletarios en grandes ciudades, en las que es más ventajoso fomentar la industria, y can esa concentración de grandes masas en un mismo lugar le inculca a los proletarios la conciencia de su fuerza. Luego, en la medida del progreso de la revolución industrial, en la medida en que se inventan nuevas máquinas, que eliminan el trabajo manual, la gran industria ejerce una presión creciente sobre los salarios y los reduce, como hemos dicho, al mínimo, haciendo la situación del proletariado cada vez más insoportable. Así, por una parte, como consecuencia del descontento creciente del proletariado y, por la otra, del crecimiento del poderío de éste, la revolución industrial prepara la revolución social que ha de realizar el proletariado.

XII. ¿Cuáles han sido las consecuencias siguientes de la revolución industrial?

La gran industria creó, con la máquina de vapor y otras máquinas, los medios de aumentar la producción industrial rápidamente, a bajo costo y hasta el infinito. Merced a esta facilidad de ampliar la producción, la libre competencia, consecuencia necesaria de esta gran industria, adquirió pronto un carácter extraordinariamente violento; un gran número de capitalistas se lanzó a la industria, en breve plazo se produjo más de lo que se podía consumir. Como consecuencia, no se podían vender las mercancías fabricadas y sobrevino la llamada crisis comercial; las fábricas tuvieron que parar, los fabricantes quebraron y los obreros se quedaron sin pan. Y en todas partes se extendió la mayor miseria. Al cabo de cierto tiempo se vendieron los productos sobrantes, las fábricas volvieron a funcionar, los salarios subieron y, poco a poco, los negocios marcharon mejor que nunca. Pero no por mucho tiempo, ya que pronto volvieron a producirse demasiadas mercancías y sobrevino una nueva crisis que transcurrió exactamente de la misma manera que la anterior. Así, desde comienzos del presente siglo, en la situación de la industria se han producido continuamente oscilaciones entre períodos de prosperidad y períodos de crisis, y casi regularmente, cada cinco o siete años se ha producido tal crisis, con la particularidad de que cada vez acarreaba las mayores calamidades para los obreros, una agitación revolucionaria general y un peligro colosal para todo el régimen existente.

XIII. ¿Cuáles son las consecuencias de estas crisis comerciales que se repiten regularmente?

En primer lugar, la de que la gran industria, que en el primer período de su desarrollo creó la libre competencia, la ha rebasado ya; que la competencia y, hablando en términos generales, la producción industrial en manos de unos u otros particulares se ha convertido para ella en una traba a la que debe y ha de romper; que la gran industria, mientras siga sobre la base actual, no puede existir sin conducir cada siete años a un caos general que supone cada vez un peligro para toda la civilización y no sólo sume en la miseria a los proletarios, sino que arruina a muchos burgueses; que, por consiguiente, la gran industria debe destruirse ella misma, lo que es absolutamente imposible, o reconocer que hace imprescindible una organización completamente nueva de la sociedad, en la que la producción industrial no será más dirigida por unos u otros fabricantes en competencia entre sí, sino por toda la sociedad con arreglo a un plan determinado y de conformidad con las necesidades de todos los miembros de la sociedad.

En segundo lugar, que la gran industria y la posibilidad, condicionada por ésta, de ampliar hasta el infinito la producción permiten crear un régimen social en el que se producirán tantos medios de subsistencia que cada miembro de la sociedad estará en condiciones de desarrollar y emplear libremente todas sus fuerzas y facultades; de modo que, precisamente la peculiaridad de la gran industria que en la sociedad moderna engendra toda la miseria y todas las crisis comerciales será en la otra organización social justamente la que ha de acabar con esa miseria y esas fluctuaciones preñadas de tantas desgracias.

Por tanto, está probado claramente:

1) que en la actualidad todos estos males se deben únicamente al régimen social, el cual ya no responde más a las condiciones existentes;

2) que ya existen los medios de supresión definitiva de estas calamidades por vía de la construcción de un nuevo orden social.

XIV. ¿Cómo debe ser ese nuevo orden social?

Ante todo, la administración de la industria y de todas las ramas de la producción en general dejará de pertenecer a unos u otros individuos en competencia. En lugar de esto, las ramas de la producción pasarán a manos de toda la sociedad, es decir, serán administradas en beneficio de toda la sociedad, con arreglo a un plan general y con la participación de todos los miembros de la sociedad. Por tanto, el nuevo orden social suprimirá la competencia y la sustituirá con la asociación. En vista de que la dirección de la industria, al hallarse en manos de particulares, implica necesariamente la existencia de la propiedad privada y por cuanto la competencia no es otra cosa que ese modo de dirigir la industria, en el que la gobiernan propietarios privados, la propiedad privada va unida inseparablemente a la dirección individual de la industria y a la competencia. Así, la propiedad privada debe también ser suprimida y ocuparán su lugar el usufructo colectivo de todos los instrumentos de producción y el reparto de los productos de común acuerdo, lo que se llama la comunidad de bienes.

La supresión de la propiedad privada es incluso la expresión más breve y mas característica de esta transformación de todo el régimen social, que se ha hecho posible merced al progreso de la industria. Por eso los comunistas la planteen can razón como su principal reivindicación.

XV. ¿Eso quiere decir que la supresión de la propiedad privada no era posible antes?

No, no era posible. Toda transformación del orden social, todo cambio de las relaciones de propiedad es consecuencia necesaria de la aparición de nuevas fuerzas productivas que han dejado de corresponder a las viejas relaciones de propiedad. Así ha surgido la misma propiedad privada. La propiedad privada no ha existido siempre; cuando a fines de la Edad Media surgió el nuevo modo de producción bajo la forma de la manufactura, que no encuadraba en el marco de la propiedad feudal y gremial, esta manufactura, que no correspondía ya a las viejas relaciones de propiedad, dio vida a una nueva forma de propiedad: la propiedad privada. En efecto, para la manufactura y para el primer período de desarrollo de la gran industria no era posible ninguna otra forma de propiedad además de la propiedad privada, no era posible ningún orden social además del basado en esta propiedad. Mientras no se pueda conseguir una cantidad de productos que no sólo baste para todos, sino que se quede cierto excedente para aumentar el capital social y seguir fomentando las fuerzas productivas, deben existir necesariamente una clase dominante que disponga de las fuerzas productivas de la sociedad y una clase pobre y oprimida. La constitución y el carácter de estas clases dependen del grado de desarrollo de la producción. La sociedad de la Edad Media, que tiene por base el cultivo de la tierra, nos da el señor feudal y el siervo; las ciudades de las postrimerías de la Edad Media nos dan el maestro artesano, el oficial y el jornalero; en el siglo XVII, el propietario de manufactura y el obrero de ésta; en el siglo XIX, el gran fabricante y el proletario. Es claro que, hasta el presente, las fuerzas productivas no se han desarrollado aún al punto de proporcionar una cantidad de bienes suficiente para todos y para que la propiedad privada sea ya una traba, un obstáculo para su progreso. Pero hoy, cuando, merced al desarrollo de la gran industria, en primer lugar, se han constituido capitales y fuerzas productivas en proporciones sin precedentes y existen medios para aumentar en breve plazo hasta el infinito estas fuerzas productivas; cuando, en segundo lugar, estas fuerzas productivas se concentran en manos de un reducido número de burgueses, mientras la gran masa del pueblo se va convirtiendo cada vez más en proletarios, con la particularidad de que su situación se hace más precaria e insoportable en la medida en que aumenta la riqueza de los burgueses; cuando, en tercer lugar, estas poderosas fuerzas productivas, que se multiplican con tanta facilidad hasta rebasar el marco de la propiedad privada y del burgués, provocan continuamente las mayores conmociones del orden social, sólo ahora la supresión de la propiedad privada se ha hecho posible e incluso absolutamente necesaria.

XVI. ¿Será posible suprimir por vía pacífica la propiedad privada?

Sería de desear que fuese así, y los comunistas, como es lógico, serían los últimos en oponerse a ello. Los comunistas saben muy bien que todas las conspiraciones, además de inútiles, son incluso perjudiciales. Están perfectamente al corriente de que no se pueden hacer las revoluciones premeditada y arbitrariamente y que éstas han sido siempre y en todas partes una consecuencia necesaria de circunstancias que no dependían en absoluto de la voluntad y la dirección de unos u otros partidos o clases enteras. Pero, al propio tiempo, ven que se viene aplastando por la violencia el desarrollo del proletariado en casi todos los países civilizados y que, con ello, los enemigos mismos de los comunistas trabajan con todas sus energías para la revolución. Si todo ello termina, en fin de cuentas, empujando al proletariado subyugado a la revolución, nosotros, los comunistas, defenderemos con hechos, no menos que como ahora lo hacemos de palabra, la causa del proletariado.

XVII. ¿Será posible suprimir de golpe la propiedad privada?

No, no será posible, del mismo modo que no se puede aumentar de golpe las fuerzas productivas existentes en la medida necesaria para crear una economía colectiva. Por eso, la revolución del proletariado, que se avecina según todos los indicios, sólo podrá transformar paulatinamente la sociedad actual, y acabará con la propiedad privada únicamente cuando haya creado la necesaria cantidad de medios de producción.

XVIII. ¿Qué vía de desarrollo tomará esa revolución?

Establecerá, ante todo, un régimen democrático y, por tanto, directa o indirectamente, la dominación política del proletariado. Directamente en Inglaterra, donde los proletarios constituyen ya la mayoría del pueblo. Indirectamente en Francia y en Alemania, donde la mayoría del pueblo no consta únicamente de proletarios, sino, además, de pequeños campesinos y pequeños burgueses de la ciudad, que se encuentran sólo en la fase de transformación en proletariado y que, en lo tocante a la satisfacción de sus intereses políticos, dependen cada vez más del proletariado, por cuya razón han de adherirse pronto a las reivindicaciones de éste. Para ello, quizá, se necesite una nueva lucha que, sin embargo, no puede tener otro desenlace que la victoria del proletariado.

La democracia sería absolutamente inútil para el proletariado si no la utilizara inmediatamente como medio para llevar a cabo amplias medidas que atentasen directamente contra la propiedad privada y asegurasen la existencia del proletariado. Las medidas más importantes, que dimanan necesariamente de las condiciones actuales, son:

1) Restricción de la propiedad privada mediante el impuesto progresivo, el alto impuesto sobre las herencias, la abolición del derecho de herencia en las líneas laterales (hermanos, sobrinos, etc.), préstamos forzosos, etc.

2) Expropiación gradual de los propietarios agrarios, fabricantes, propietarios de ferrocarriles y buques, parcialmente con ayuda de la competencia por parte de la industria estatal y, parcialmente de modo directo, con indemnización en asignados.

3) Confiscación de los bienes de todos los emigrados y de los rebeldes contra la mayoría del pueblo.

4) Organización del trabajo y ocupación de los proletarios en fincas, fábricas y talleres nacionales, con lo cual se eliminará la competencia entre los obreros, y los fabricantes que queden, tendrán que pagar salarios tan altos como el Estado.

5) Igual deber obligatorio de trabajo para todos los miembros de la sociedad hasta la supresión completa de la propiedad privada. Formación de ejércitos industriales, sobre todo para la agricultura.

6) Centralización de los créditos y la banca en las manos del Estado a través del Banco Nacional, con capital del Estado. Cierre de todos los bancos privados.

7) Aumento del número de fábricas, talleres, ferrocarriles y buques nacionales, cultivo de todas las tierras que están sin labrar y mejoramiento del cultivo de las demás tierras en consonancia con el aumento de los capitales y del número de obreros de que dispone la nación.

8) Educación de todos los niños en establecimientos estatales y a cargo del Estado, desde el momento en que puedan prescindir del cuidado de la madre. Conjugar la educación con el trabajo fabril.

9) Construcción de grandes palacios en las fincas del Estado para que sirvan de vivienda a las comunas de ciudadanos que trabajen en la industria y la agricultura y unan las ventajas de la vida en la ciudad y en el campo, evitando así el carácter unilateral y los defectos de la una y la otra.

10) Destrucción de todas las casas y barrios insalubres y mal construidos.

11) Igualdad de derecho de herencia para los hijos legítimos y los naturales.

12) Concentración de todos los medios de transporte en manos de la nación.

Por supuesto, todas estas medidas no podrán ser llevadas a la práctica de golpe. Pero cada una entraña necesariamente la siguiente. Una vez emprendido el primer ataque radical contra la propiedad privada, el proletariado se verá obligado a seguir siempre adelante y a concentrar más y más en las manos del Estado todo el capital, toda la agricultura, toda la industria, todo el transporte y todo el cambio. Este es el objetivo a que conducen las medidas mencionadas. Ellas serán aplicables y surtirán su efecto centralizador exactamente en el mismo grado en que el trabajo del proletariado multiplique las fuerzas productivas del país. Finalmente, cuando todo el capital, toda la producción y todo el cambio estén concentrados en las manos de la nación, la propiedad privada dejará de existir de por sí, el dinero se hará superfluo, la producción aumentará y los hombres cambiarán tanto que se podrán suprimir también las últimas formas de relaciones de la vieja sociedad.

XIX. ¿Es posible esta revolución en un solo país?

No. La gran industria, al crear el mercado mundial, ha unido ya tan estrechamente todos los pueblos del globo terrestre, sobre todo los pueblos civilizados, que cada uno depende de lo que ocurre en la tierra del otro. Además, ha nivelado en todos los países civilizados el desarrollo social a tal punto que en todos estos países la burguesía y el proletariado se han erigido en las dos clases decisivas de la sociedad, y la lucha entre ellas se ha convertido en la principal lucha de nuestros días. Por consecuencia, la revolución comunista no será una revolución puramente nacional, sino que se producirá simultáneamente en todos los países civilizados, es decir, al menos en Inglaterra, en América, en Francia y en Alemania. Ella se desarrollará en cada uno de estos países más rápidamente o más lentamente, dependiendo del grado en que esté en cada uno de ellos más desarrollada la industria, en que se hayan acumulado más riquezas y se disponga de mayores fuerzas productivas. Por eso será más lenta y difícil en Alemania y más rápida y fácil en Inglaterra. Ejercerá igualmente una influencia considerable en los demás países del mundo, modificará de raíz y acelerará extraordinariamente su anterior marcha del desarrollo. Es una revolución universal y tendrá, por eso, un ámbito universal.

XX. ¿Cuáles serán las consecuencias de la supresión definitiva de la propiedad privada?

Al quitar a los capitalistas privados el usufructo de todas las fuerzas productivas y medios de comunicación, así como el cambio y el reparto de los productos, al administrar todo eso con arreglo a un plan basado en los recursos disponibles y las necesidades de toda la sociedad, ésta suprimirá, primeramente, todas las consecuencias nefastas ligadas al actual sistema de dirección de la gran industria. Las crisis desaparecerán; la producción ampliada, que es, en la sociedad actual, una superproducción y una causa tan poderosa de la miseria, será entonces muy insuficiente y deberá adquirir proporciones mucho mayores. En lugar de engendrar la miseria, la producción superior a las necesidades perentorias de la sociedad permitirá satisfacer las demandas de todos los miembros de ésta, engendrará nuevas demandas y creará, a la vez, los medios de satisfacerlas. Será la condición y la causa de un mayor progreso y lo llevará a cabo, sin suscitar, como antes, el trastorno periódico de todo el orden social. La gran industria, liberada de las trabas de la propiedad privada, se desarrollará en tales proporciones que, comparado con ellas, su estado actual parecerá tan mezquino como la manufactura al lado de la gran industria moderna. Este avance de la industria brindara a la sociedad suficiente cantidad de productos para satisfacer las necesidades de todos. Del mismo modo, la agricultura, en la que, debido al yugo de la propiedad privada y al fraccionamiento de las parcelas, resulta difícil el empleo de los perfeccionamientos ya existentes y de los adelantos de la ciencia experimentará un nuevo auge y ofrecerá a disposición de la sociedad una cantidad suficiente de productos. Así, la sociedad producirá lo bastante para organizar la distribución con vistas a cubrir las necesidades de todos sus miembros. Con ello quedará superflua la división de la sociedad en clases distintas y antagónicas. Dicha división, además de superflua, será incluso incompatible con el nuevo régimen social. La existencia de clases se debe a la división del trabajo, y esta última, bajo su forma actual desaparecerá enteramente, ya que, para elevar la producción industrial y agrícola al mencionado nivel no bastan sólo los medios auxiliares mecánicos y químicos. Es preciso desarrollar correlativamente las aptitudes de los hombres que emplean estos medios. Al igual que en el siglo pasado, cuando los campesinos y los obreros de las manufacturas, tras de ser incorporados a la gran industria, modificaron todo su régimen de vida y se volvieron completamente otros, la dirección colectiva de la producción por toda la sociedad y el nuevo progreso de dicha producción que resultara de ello necesitarán hombres nuevos y los formarán. La gestión colectiva de la producción no puede correr a cargo de los hombres tales como lo son hoy, hombres que dependen cada cual de una rama determinada de la producción, están aferrados a ella, son explotados por ella, desarrollan nada más que un aspecto de sus aptitudes a cuenta de todos los otros y sólo conocen una rama o parte de alguna rama de toda la producción. La industria de nuestros días está ya cada vez menos en condiciones de emplear tales hombres. La industria que funciona de modo planificado merced al esfuerzo común de toda la sociedad presupone con más motivo hombres con aptitudes desarrolladas universalmente, hombres capaces de orientarse en todo el sistema de la producción. Por consiguiente, desaparecerá del todo la división del trabajo, minada ya en la actualidad por la máquina, la división que hace que uno sea campesino, otro, zapatero, un tercero, obrero fabril, y un cuarto, especulador de la bolsa. La educación dará a los jóvenes la posibilidad de asimilar rápidamente en la práctica todo el sistema de producción y les permitirá pasar sucesivamente de una rama de la producción a otra, según sean las necesidades de la sociedad o sus propias inclinaciones. Por consiguiente, la educación los liberará de ese carácter unilateral que la división actual del trabajo impone a cada individuo. Así, la sociedad organizada sobre bases comunistas dará a sus miembros la posibilidad de emplear en todos los aspectos sus facultades desarrolladas universalmente. Pero, con ello desaparecerán inevitablemente las diversas clases. Por tanto, de una parte, la sociedad organizada sobre bases comunistas es incompatible con la existencia de clases y, de la otra, la propia construcción de esa sociedad brinda los medios para suprimir las diferencias de clase.

De ahí se desprende que ha de desaparecer igualmente la oposición entre la ciudad y el campo. Unos mismos hombres se dedicarán al trabajo agrícola y al industrial, en lugar de dejar que lo hagan dos clases diferentes. Esto es una condición necesaria de la asociación comunista y por razones muy materiales. La dispersión de la población rural dedicada a la agricultura, a la par con la concentración de la población industrial en las grandes ciudades, corresponde sólo a una etapa todavía inferior de desarrollo de la agricultura y la industria y es un obstáculo para el progreso, cosa que se hace ya sentir con mucha fuerza.

La asociación general de todos los miembros de la sociedad al objeto de utilizar colectiva y racionalmente las fuerzas productivas; el fomento de la producción en proporciones suficientes para cubrir las necesidades de todos; la liquidación del estado de cosas en el que las necesidades de unos se satisfacen a costa de otros; la supresión completa de las clases y del antagonismo entre ellas; el desarrollo universal de las facultades de todos los miembros de la sociedad merced a la eliminación de la anterior división del trabajo, mediante la educación industrial, merced al cambio de actividad, a la participación de todos en el usufructo de los bienes creados por todos y, finalmente, mediante la fusión de la ciudad con el campo serán los principales resultados de la supresión de la propiedad privada.

XXI. ¿Qué influencia ejercerá el régimen social comunista en la familia?

Las relaciones entre los sexos tendrán un carácter puramente privado, perteneciente sólo a las personas que toman parte en ellas, sin el menor motivo para la ingerencia de la sociedad. Eso es posible merced a la supresión de la propiedad privada y a la educación de los niños por la sociedad, con lo cual se destruyen las dos bases del matrimonio actual ligadas a la propiedad privada: la dependencia de la mujer respecto del hombre y la dependencia de los hijos respecto de los padres. En ello reside, precisamente, la respuesta a los alaridos altamente moralistas de los burguesotes con motivo de la comunidad de las mujeres, que, según éstos, quieren implantar los comunistas. La comunidad de las mujeres es un fenómeno que pertenece enteramente a la sociedad burguesa y existe hoy plenamente bajo la forma de prostitución. Pero, la prostitución descansa en la propiedad privada y desaparecerá junto con ella. Por consiguiente, la organización comunista, en lugar de implantar la comunidad de las mujeres, la suprimirá.

XXII. ¿Cuál será la actitud de la organización comunista hacia las nacionalidades existentes?

Queda 2.

XXIII. ¿Cuál será su actitud hacia las religiones existentes?

- Queda.

XXIV. ¿Cuál es la diferencia entre los comunistas y los socialistas?

Los llamados socialistas se dividen en tres categorías.

La primera consta de partidarios de la sociedad feudal y patriarcal, que ha sido destruida y sigue siéndolo a diario por la gran industria, el comercio mundial y la sociedad burguesa creada por ambos. Esta categoría saca de los males de la sociedad moderna la conclusión de que hay que restablecer la sociedad feudal y patriarcal, ya que estaba libre de estos males. Todas sus propuestas persiguen, directa o indirectamente, este objetivo. Los comunistas lucharán siempre enérgicamente contra esa categoría de socialistas reaccionarios, pese a su fingida compasión de la miseria del proletariado y las amargas lágrimas que vierten con tal motivo, puesto que estos socialistas:

1) se proponen un objetivo absolutamente imposible;

2) se esfuerzan por restablecer la dominación de la aristocracia, los maestros de gremio y los propietarios de manufacturas, con su séquito de monarcas absolutos o feudales, funcionarios, soldados y curas, una sociedad que, cierto, estaría libre de los vicios de la sociedad actual, pero, en cambio, acarrearía, cuando menos, otros tantos males y, además, no ofrecería la menor perspectiva de liberación, con ayuda de la organización comunista, de los obreros oprimidos;

3) muestran sus verdaderos sentimientos cada vez que el proletariado se hace revolucionario y comunista: se alían inmediatamente a la burguesía contra los proletarios.

La segunda categoría consta de partidarios de la sociedad actual, a los que los males necesariamente provocados por ésta inspiran temores en cuanto a la existencia de la misma. Ellos quieren, por consiguiente, conservar la sociedad actual, pero suprimir los males ligados a ella. A tal objeto, unos proponen medidas de simple beneficencia; otros, grandiosos planes de reformas que, so pretexto de reorganización de la sociedad, se plantean el mantenimiento de las bases de la sociedad actual y, con ello, la propia sociedad actual. Los comunistas deberán igualmente combatir con energía contra estos socialistas burgueses, puesto que éstos trabajan para los enemigos de los comunistas y defienden la sociedad que los comunistas quieren destruir.

Finalmente, la tercera categoría consta de socialistas democráticos. Al seguir el mismo camino que los comunistas, se proponen llevar a cabo una parte de las medidas señaladas en la pregunta... 3, pero no como medidas de transición al comunismo, sino como un medio suficiente para acabar con la miseria y los males de la sociedad actual. Estos socialistas democráticos son proletarios que no ven todavía con bastante claridad las condiciones de su liberación, o representantes de la pequeña burguesía, es decir, de la clase que, hasta la conquista de la democracia y la aplicación de las medidas socialistas dimanantes de ésta, tiene en muchos aspectos los mismos intereses que los proletarios. Por eso, los comunistas se entenderán con esos socialistas democráticos en los momentos de acción y deben, en general, atenerse en esas ocasiones y en lo posible a una política común con ellos, siempre que estos socialistas no se pongan al servicio de la burguesía dominante y no ataquen a los comunistas. Por supuesto, estas acciones comunes no excluyen la discusión de las divergencias que existen entre ellos y los comunistas.

XXV. ¿Cuál es la actitud de los comunistas hacia los demás partidos políticos de nuestra época?

Esta actitud es distinta en los diferentes países.

En Inglaterra, Francia y Bélgica, en las que domina la burguesía, los comunistas todavía tienen intereses comunes con diversos partidos democráticos, con la particularidad de que esta comunidad de intereses es tanto mayor cuanto más los demócratas se acercan a los objetivos de los comunistas en las medidas socialistas que los demócratas defienden ahora en todas partes, es decir, cuanto más clara y explícitamente defienden los intereses del proletariado y cuanto más se apoyan en el proletariado. En Inglaterra, por ejemplo, los cartistas 4, que constan de obreros, se aproximan inconmensurablemente más a los comunistas que los pequeñoburgueses democráticos o los llamados radicales.

En Norteamérica, donde ha sido proclamada la Constitución democrática, los comunistas deberán apoyar al partido que quiere encaminar esta Constitución contra la burguesía y utilizarla en beneficio del proletariado, es decir, al partido de la reforma agraria nacional.

En Suiza, los radicales, aunque constituyen todavía un partido de composición muy heterogénea, son, no obstante, los únicos con los que los comunistas pueden concertar acuerdos, y entre estos radicales los más progresistas son los de Vand y los de Ginebra.

Finalmente, en Alemania está todavía por delante la lucha decisiva entre la burguesía y la monarquía absoluta. Pero, como los comunistas no pueden contar con una lucha decisiva con la burguesía antes de que ésta llegue al poder, les conviene a los comunistas ayudarle a que conquiste lo más pronto posible la dominación, a fin de derrocarla, a su vez, lo más pronto posible. Por tanto, en la lucha de la burguesía liberal contra los gobiernos, los comunistas deben estar siempre del lado de la primera, precaviéndose, no obstante, contra el autoengaño en que incurre la burguesía y sin fiarse en las aseveraciones seductoras de ésta acerca de las benéficas consecuencias que, según ella, traerá al proletariado la victoria de la burguesía. Las únicas ventajas que la victoria de la burguesía brindará a los comunistas serán: 1) diversas concesiones que aliviarán a los comunistas la defensa, la discusión y la propagación de sus principios y, por tanto, aliviarán la cohesión del proletariado en una clase organizada, estrechamente unida y dispuesta a la lucha, y 2) la seguridad de que el día en que caigan los gobiernos absolutistas, llegará la hora de la lucha entre los burgueses y los proletarios. A partir de ese día, la política del partido de los comunistas será aquí la misma que en los países donde domina ya la burguesía.

Escrito en alemán por F. Engels a fines de octubre y en noviembre de 1847. Se publica de acuerdo con el manuscrito. Publicado por vez primera como edición aparte en 1914.

NOTAS

[1] Aquí Engels deja en blanco el manuscrito para redactar luego la respuesta a la pregunta IX.

[2] En el manuscrito, en lugar de respuesta a la pregunta 22, así como a la siguiente, la 23, figura la palabra «queda». Por lo visto, estima que la respuesta debía quedar en la forma que estaba expuesta en uno de los proyectos previos, que no nos han llegado, del programa de la Liga de los Comunistas.

[3] En el manuscrito está en blanco ese lugar; trátase de la pregunta XVIII.

[4] Se les llamó Chartists o cartistas los participantes en el movimiento obrero de Gran Bretaña entre los años 1830s y 1850s que se libró con la reivindicación de la aprobación de una "Carta del Pueblo" que garantize, entre otras cosas, el sufragio universal.  

Fuente: Envío por "Publicaciones Populares"/Prensa Popular Comunistas Miranda


 Correo:   pcvmirandasrp@gmail.com 
  

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